Es posible para la UE producir litio a escala? ▶️ Is it possible for the EU to produce lithium at scale?
Lukasz Bednarski, analista de S&P Global Commodity Insights, señala en su libro ‘La guerra de las baterías’, que Europa necesita encontrar aliados en Estados Unidos o Australia para dominar el futuro de la movilidad y el transporte: En la guerra por las baterías, “la UE está muy lejos de poder producir litio a escala”
El danés Lukasz Bednarski ha dedicado su ensayo al litio en “La guerra de las baterías” (Errata Naturae). Bednarski es analista principal de investigación de litio y materiales para baterías en S&P Global Commodity Insights y es considerado uno de los mayores expertos del mundo en este metal, que va a condicionar en buena medida la política internacional y el comercio en las próximas décadas.
El futuro de la movilidad y el transporte pasa por los vehículos eléctricos, por lo que el litio, en teoría reciclable hasta el infinito, deberá ser prioritario para los países que quieran dominar el mercado mundial del futuro. Bednarski explica que, del mismo modo que en la historia del sector petrolero, Occidente y Oriente Próximo han tenido un rol protagonista, el sector del litio ha colocado a Asia y a América Latina en el centro de la diana, con China a la cabeza.
En este sentido, el gigante asiático ha llevado la iniciativa siendo pionero en aproximar esta tecnología al gran público, apuntando a generalizar el uso del vehículo eléctrico. Sólo en 2019, cuenta Bednarski en el libro, China instaló, a un ritmo de mil al día, estaciones de carga para vehículos eléctricos en todo el país. Este nuevo paradigma obliga a las potencias a mover ficha, buscar acuerdos comerciales con los proveedores potenciales de litio y asegurar la disponibilidad de un recurso clave para el futuro.
En la actualidad, Australia encabeza el ranking mundial de producción de litio. Si bien China y Estados Unidos son clientes potenciales del país austral, no son los únicos. El 28 de mayo, la Unión Europea y Australia firmaron un acuerdo de colaboración para materias primas y minerales estratégicos. “Australia es un socio ideal para Europa en lo que se refiere al litio. La UE está muy lejos de poder producir litio a escala. De hecho, para abastecernos solamente contamos con una mina en Portugal y las tecnologías de extracción con las que contamos son convencionales y no ofrecen demasiadas garantías en cuanto a resultados. Además, no se trata únicamente de extraer el litio; Australia, aunque está en ello, todavía no tiene la capacidad de refinar y procesar el material”.
Sin embargo, el litio no será el nuevo petróleo; al menos no en términos monetarios. “En general, todas las inversiones en minería son arriesgadas. Y así como existen una gran cantidad de pequeños proyectos de inversión en minería, solo una pequeña parte prospera. Esto se aplica a todos los metales en general, no se ciñe únicamente al litio. La minería de litio, por ejemplo, requiere inversiones de al menos quinientos millones de euros, y la rentabilidad depende demasiado de que los precios se encuentren al alza o a la baja. Cuando escribí La guerra de las baterías, el precio del litio en el mercado era bajo; en cambio, cuando ya estaba publicado, el precio se había disparado y con él las inversiones”.
Lithium, la versión original del libro, se publicó en el año 2021. “También hay que tener en cuenta que el uso que se le da al litio no es el mismo que se le da al petróleo. El litio de las baterías dura años y se utiliza en otros productos que duran años; cuando el petróleo se extrae de la tierra, se quema, por lo que la del litio jamás alcanzará la escala del petróleo”, explica, y añade que el coste del litio comienza a incrementarse cuando se procesa y se produce para su uso en baterías.
Y es que las reservas mundiales de litio están muy mal repartidas: Chile cuenta con la mayor cantidad de litio disponible del mundo, con 9,3 millones de toneladas, seguido de Australia, con 6,2 millones y Argentina, con 2,7 millones de toneladas disponibles. El resto, otros 8 millones de toneladas aproximadamente, se reparten por todo el mundo, especialmente en China y Estados Unidos, que disponen de 2 y 1 millones de toneladas de litio, respectivamente. “Soy bastante positivo con respecto al futuro, porque aunque en la actualidad la producción de litio esté muy concentrada, aún quedan muchos depósitos por explotar en Estados Unidos, en África y en Europa que harán que la producción se generalice en todo el mundo”.
Algunos capítulos de La guerra de las baterías abarcan la esfera latinoamericana, en especial Chile, Bolivia y Argentina. Este último país ha ganado gran protagonismo en el panorama internacional tras la elección como presidente de Javier Milei. Bajo esta premisa, ante la pregunta de qué puede esperarse de gobiernos anarcocapitalistas en la gestión de recursos estratégicos, Bednarski afirma que “hay que tener muy en cuenta cuál es el sistema político y administrativo de Argentina, los gobernadores de las provincias siguen teniendo mucha autonomía”. Además, dice que “Argentina tiene una larga historia con el litio. Siempre han existido proyectos, pero el clima de inversiones se ha visto siempre afectado por los cambios políticos, por lo que Argentina ya perdió ese tren hace tiempo, no tanto por la acción política sino por las decisiones individuales de las empresas”.
La Unión Europea siempre hace gala de su exigencia medioambiental, y eso hace que tenga que enfrentarse, de vez en cuando, a dilemas como el hecho de iniciar una explotación que puede tener graves consecuencias ecológicas pero que, por otro lado, pueden fortalecer su autonomía estratégica. Según cuenta el autor, la minería de litio no está coaligada a efectos medioambientales particularmente nocivos “más allá de ruidos o posible contaminación del agua”. Además, Bednarski destaca la importancia de la minería urbana, es decir: la recolección [sic] de elementos a partir de objetos desechados de nuestro entorno inmediato. “[El litio] podría seguir la trayectoria del plomo, que en el pasado procedía principalmente de las minas, mientras que la demanda actual del mercado se satisface a través de plomo reciclado”.
Competitividad medioambiental
Cree que, precisamente en materia medioambiental es donde la UE puede alcanzar un verdadero liderazgo en el sector: “Lo primero es asegurar la competitividad y no perder puestos de trabajo en favor de otros países o regiones, eso es primordial, pero también podemos asumir un papel principal en legislaciones medioambientales (…) o que garanticen los intereses de los consumidores. Podríamos ser líderes en este ámbito y el mejor ejemplo de ello es la normativa del Pasaporte de Baterías, que exige a las empresas que comercializan pilas en el mercado europeo que se aseguren de que una parte de los materiales de las pilas, como el litio, el níquel, etc., proceden de fuentes recicladas”.
Por el momento, mientras llega esta dispersión extractiva y la industria de las baterías recoge su testigo en la economía mundial, a la Unión Europea le conviene, según Bednarski, la asociación comercial con Estados Unidos en lo referente al litio, “pero no parece que haya disposición por parte de EEUU en este sentido; ellos están generando su propia economía del litio, su propia industria de las baterías, por ejemplo a través de la Ley de Reducción de la Inflación de 2022 (IRA), o a través de impuestos y aranceles a los vehículos eléctricos procedentes de China. Además, están cerrando sus propios acuerdos comerciales con países como Chile o Corea del Sur”. Advierte, sin embargo, que esta búsqueda de asociación comercial e industrial con Estados Unidos no debería limitarse solo a las baterías y al litio, sino “formar parte de un paquete más amplio de colaboración y cooperación”.
Mirar hacia China se va a volver cada vez más complejo con el paso de los años, según explica el danés, ya que “el panorama internacional cada vez está más polarizado, y cada vez más países tendrán que elegir y posicionarse con China o con EE.UU; esto no excluye a la UE, por el momento, podemos comerciar y comerciamos con China, hasta el punto, de hecho, de que dependemos en buena medida de ellos, sobre todo para las tierras raras. Tendremos que elegir [bando] en el futuro, pero en este momento no tenemos mucho margen”.
(Fuente: ElDiario.es)
Lukasz Bednarski, analyst at S&P Global Commodity Insights, points out in his book ‘The Battery Wars’, that Europe needs to find allies in the United States or Australia to dominate the future of mobility and transportation: In the war for batteries, “the EU is far from being able to produce lithium at scale”.
Danish Lukasz Bednarski has devoted his essay to lithium in “The Battery War” (Errata Naturae). Bednarski is a senior research analyst for lithium and battery materials at S&P Global Commodity Insights and is considered one of the world’s leading experts on this metal, which will largely shape international policy and trade in the coming decades.
The future of mobility and transport involves electric vehicles, so lithium, which is theoretically infinitely recyclable, should be a priority for countries that want to dominate the world market of the future. Bednarski explains that, just as in the history of the oil sector, the West and the Middle East have played a leading role, the lithium sector has placed Asia and Latin America at the center of the target, with China at the forefront.
In this sense, the Asian giant has led the way by being a pioneer in bringing this technology closer to the general public, aiming to generalize the use of electric vehicles. In 2019 alone, Bednarski tells in the book, China installed, at a rate of one thousand per day, charging stations for electric vehicles throughout the country. This new paradigm forces the world’s leading powers to make a move, to seek commercial agreements with potential lithium suppliers and to ensure the availability of a key resource for the future.
Currently, Australia leads the world ranking in lithium production. Although China and the United States are potential customers of the southern country, they are not the only ones. On May 28, the European Union and Australia signed a collaboration agreement for strategic raw materials and minerals. “Australia is an ideal partner for Europe when it comes to lithium. The EU is a long way from being able to produce lithium at scale. In fact, we only have one mine in Portugal to supply us, and the extraction technologies we have are conventional and do not offer too many guarantees in terms of results. Moreover, it is not just a question of extracting the lithium; Australia, although it is working on it, does not yet have the capacity to refine and process the material”.
However, lithium will not be the new oil; at least not in monetary terms. “In general, all mining investments are risky. And just as there are a lot of small mining investment projects, only a small part of them prosper. This applies to all metals in general, not just lithium. Lithium mining, for example, requires investments of at least half a billion euros, and profitability depends too much on whether prices are up or down. When I wrote The Battery Wars, the price of lithium on the market was low; by the time it was published, however, the price had skyrocketed and with it the investments.”
Lithium, the original version of the book, was published in 2021. “You also have to keep in mind that the use to which lithium is put is not the same as the use to which oil is put. Lithium in batteries lasts for years and is used in other products that last for years; when oil is extracted from the earth, it is burned, so lithium’s will never reach the scale of oil,” he explains, adding that the cost of lithium starts to increase when it is processed and produced for use in batteries.
The world’s lithium reserves are very poorly distributed: Chile has the largest amount of lithium available in the world, with 9.3 million tons, followed by Australia, with 6.2 million tons, and Argentina, with 2.7 million tons available. The rest, another 8 million tons approximately, is spread around the world, especially in China and the United States, which have 2 and 1 million tons of lithium, respectively. “I am quite positive about the future, because although lithium production is currently highly concentrated, there are still many deposits to be exploited in the United States, Africa and Europe that will make production widespread around the world.”
Some chapters of The Battery Wars cover the Latin American sphere, especially Chile, Bolivia and Argentina. The latter country has gained great prominence on the international scene after the election of Javier Milei as president. Under this premise, when asked what can be expected from anarcho-capitalist governments in the management of strategic resources, Bednarski states that “we must take into account the political and administrative system in Argentina, the governors of the provinces still have a lot of autonomy”.
In addition, he says that “Argentina has a long history with lithium. There have always been projects, but the investment climate has always been affected by political changes, so Argentina missed that train a long time ago, not so much because of political action but because of the individual decisions of the companies”.
The European Union is always proud of its environmental demands, and this means that from time to time it has to face dilemmas such as the fact of starting a mining operation that can have serious ecological consequences but which, on the other hand, can strengthen its strategic autonomy. According to the author, lithium mining is not associated with particularly harmful environmental effects “beyond noise or possible water pollution”. In addition, Bednarski highlights the importance of urban mining, i.e.: the collection [sic] of elements from discarded objects from our immediate environment. “[Lithium] could follow the trajectory of lead, which in the past came mainly from mines, while current market demand is met through recycled lead.”
Environmental competitiveness
He believes that it is precisely in environmental matters that the EU can achieve true leadership in the sector: “The first thing is to ensure competitiveness and not to lose jobs to other countries or regions, that is paramount, but we can also take a leading role in environmental legislation (…) or that guarantee the interests of consumers. We could be leaders in this area and the best example of this is the Battery Passport regulation, which requires companies that place batteries on the European market to ensure that part of the battery materials, such as lithium, nickel, etc., come from recycled sources”.
For the time being, while this extractive dispersion comes and the battery industry picks up its baton in the global economy, it is in the European Union’s interest, according to Bednarski, to trade partnership with the United States on lithium, “but there seems to be no willingness on the US side in this regard; they are generating their own lithium economy, their own battery industry, for example through the Inflation Reduction Act of 2022 (IRA), or through taxes and tariffs on electric vehicles from China. In addition, they are closing their own trade agreements with countries such as Chile or South Korea.” He cautions, however, that this pursuit of trade and industrial partnership with the United States should not be limited to batteries and lithium alone, but “be part of a broader package of collaboration and cooperation.”
Looking towards China is going to become increasingly complex as the years go by, the Dane explains, as “the international landscape is becoming more and more polarized, and more and more countries will have to choose and position themselves with China or with the US; this does not exclude the EU, for the time being, we can and do trade with China, to the point, in fact, that we depend on them to a large extent, especially for rare earths. We will have to choose [sides] in the future, but at the moment we don’t have much leeway.”
(Source: ElDiario.es)
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